Siéntete en casa
Una campaña puede cambiar historias de vida


Proyecto de vinculación con la comunidad
UDLA - ACNUR
El sol de la mañana da el beneplácito para que comience el evento. Las primeras personas se acercan, curiosas, a observar qué es lo que pasa aquí. Una sonrisa diáfana se impregna en los organizadores del evento, orgullosos de ser parte de un día muy poco valorado: el Día Mundial del Refugiado. Varias fundaciones se ufanan de ser las que más ayudan a los refugiados, una contradicción porque al evento asisten personas, de otras nacionalidades, que no han recibido ninguna ayuda, y sin embargo mantienen la esperanza.
No obstante, no hay impedimentos para ser feliz. Entre la multitud de personas que estaban en el evento, había un grupo de chicos extrovertidos que concentraban a varias personas para socializar y aprender más sobre los refugiados.
Ahí estaba Jefferson, nombre que mimetiza su identidad. Es espontáneo, sin discursos preparados, habla a través de la experiencia y eso permite que la gente entienda mejor. Tiene una mirada agresiva, quiere transmitir su actitud de luchador, un tanto desafiante; pronto se da cuenta y sonríe sin ningún esfuerzo.
Jefferson viene de San Lorenzo, un cantón que queda en la provincia de Esmeraldas. Es de esos lugares exóticos para vacacionar, pero cuenta con historias inverosímiles. Un puerto muy frecuentado por narcotraficantes que llegan con sus ostentosidades para acaparar la mirada y el asombro de muchos, y por el otro lado, un lugar donde llegan personas sin nada que demostrar más que su fortaleza y sus ganas de seguir adelante.
Valorar al "otro" no cuesta nada
Día Internacional del Refugiado
Taciturno para hablar, Jefferson cuenta que vino de Colombia hace 2 años. Murmura, trata de explicar, se calla un rato, piensa lo que va a decir y expresa: “hablar de las causas por las que salí del país me da un poco de recelo”. Cuenta que salió de Colombia porque en el barrio donde él vivía había muchas amenazas hacia los jóvenes que no querían integrarse a las pandillas, a veces la muerte era el único método de amenaza.
Ahora es parte de la organización RET que le brindó ayuda en alimentación, salud y vivienda mientras se estabilizaba en San Lorenzo. Como voluntario, Jefferson participa en foros, charlas y eventos, para concientizar a la gente sobre la situación en la que viven los refugiados.
Es momento que salga al escenario, se siente un poco nervioso, las miradas se concentrarán en él y eso le produce una sensación excitante. No sabe que el depara el futuro y por el momento se siente satisfecho con el presente que tiene. Las nostalgias son evidentes, pero una sonrisa puede camuflar desde lo más complejo hasta lo más ínfimo de los sentimientos.
“Ecuador es un país acogedor, con gente maravillosa y que trata de ayudar a los otros”, dice Jefferson y se despide para dar un salto en el escenario y que comience la acción, lo demás es otra historia…
Día Internacional del Refugiado